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DENUNCIA PÚBLICA ESTUDIANTES UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA

AMENAZA DE MUERTE A ESTUDIANTES Y PROFESORES INGRESO DEL ESMAD


Denunciamos públicamente el ingreso violento del Escuadrón Móvil Antidisturbios, ESMAD, al campus de la Universidad de Antioquia el día 10 de marzo del año en curso a las 6:00 pm, para disolver una actividad pacífica que se estaba realizando en la portería de Barranquilla y la posterior amenaza de las auto-denominadas Nueva Generación Águilas Negras a estudiantes y profesores de la Universidad de Antioquia.


HECHOS:
1. El día 9 marzo de 2011, se dieron cita en el Teatro Popular Comandante Camilo Torres Restrepo, los estudiantes de la Universidad de Antioquia en Asamblea General. En dicha asamblea se decide realizar una jornada de denuncia sobre la situación actual de la misma en el bloque administrativo y la conformación de una coordinadora de estudiantes.


2. El día 10 de marzo desde las 2:00 pm los estudiantes acudieron al Bloque Administrativo, para dar cumplimiento a la actividad aprobada en la Asamblea. Por medio de pintas se denunció el carácter lesivo de la reforma del reglamento estudiantil y la militarización del campus desde el día 13 de septiembre de 2010 a la fecha.


3. Pasadas las 5:00 pm los estudiantes se dirigieron en un mitin pacífico a la Portería de Barranquilla quedándose allí aproximadamente una hora sin restringir el ingreso de las personas a la Universidad.


4. Aproximadamente a las 6:00 pm el Escuadrón Móvil Antidisturbios, ESMAD, ingresa al campus sin justificación alguna disolviendo la actividad, haciendo uso de granadas aturdidoras, gases lacrimógenos y balas de goma. No obstante lo ocurrido, los estudiantes permanecen en la portería sin confrontar violentamente al ESMAD durante 40 minutos hasta que la Personería de Medellín se hizo presente para negociar la retirada del ESMAD. No se presentaron heridos ni capturados.


5. A las 8:45 pm se recibe un correo electrónico enviado desde aguilasnegrasauc@hotmail.com al correo oficial de Asamblea de Estudiantes, estudiantesudea@gmail.com, donde se expresan múltiples amenazas entre ellas “…esta es la última advertencia, muerte a esos estudiantes y profesores terrorista de la guerrilla, nos cansamos de tantas ideas estúpidas de cambiar el país…”


6. El día 11 de marzo un grupo de estudiantes se dan cita en el bloque administrativo con el Vicerrector Martiniano Jaime Contreras (debido a que él se encuentra cumpliendo funciones de rector por la ausencia de este en la ciudad), para exigir el pronunciamiento de la administración frente a este hecho, a lo cual responde que no consideraba importante estas amenazas asegurando que “…había rumores entre el personal administrativo de una supuesta “auto-amenaza”… ”. A la salida del tercer piso el personal de seguridad privada de la empresa ATEMPI agrede verbalmente a los estudiantes tildándolos de “revoltosos”, los cuales exigen la presencia del Vicerrector Martiniano Jaime Contreras para que sea testigo de la agresión pero él no hace presencia en el lugar, parándose desde lejos a ver como son agredidos; los estudiantes salen del bloque administrativo a eso de las 3: 30 pm y responsabilizan de manera verbal a la administración de la universidad de Antioquia frente a cualquier hecho en contra de estudiantes y profesores de la misma.


Estos acontecimientos demuestran que persisten las vulneraciones a los Derechos Humanos en la Universidad de Antioquia, aun en presencia de aquellos que dicen ser fieles defensores de los estudiantes como el Vicerrector Martiniano Jaime Contreras y por parte del Escuadrón Móvil Antidisturbios, ESMAD.


DEBIDO A ESTO:
1. Exigimos que se abra una investigación judicial a estos hechos donde se indague y se esclarezca la procedencia de las amenazas de los auto denominados Nueva Generación Águilas Negras y que se impute los cargos correspondientes a los responsables.


2. Exigimos que la administración de la Universidad de Antioquia encabezada por el rector Alberto Uribe Correa se pronuncie frente a estas amenazas.


3. Solicitamos que la opinión pública nacional e internacional y demás organizaciones estudiantiles, profesorales y colectivos de Derechos Humanos se pronuncien rechazando este tipo de acciones y reclamando el respeto a la vida y la protección de los estudiantes y profesores.


4. Exigimos del Gobierno Nacional, Departamental y Municipal se garantice el respeto a la oposición política, al pensamiento crítico, a la libre expresión, y el respeto a la actividad que venimos realizando en defensa de la educación pública estudiantes y profesores de la universidad de Antioquia


5. Responsabilizamos al Gobierno Nacional y a la administración central de la Universidad de Antioquia en caso tal que llegara a ocurrirle algún atentado a los estudiantes y profesores de la comunidad universitaria o a sus familiares.


ESTUDIANTES UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA

ANEXO TEXTO DE LA AMENAZA


deautodefensas unidas de colombia<aguilasnegrasauc@hotmail.com>
paraestudiantesudea@gmail.com
fecha10 de marzo de 2011 20:45
asuntoáguilas negras
enviado porhotmail.com
ocultar detalles 10 mar (hace 8 días)

LLEGO LA HORA DE LA LIMPIEZA SOCIAL
YA LOS TENEMOS IDENTIFICADOS
A.U.C
NUEVA GENERACIÓN ÁGUILAS NEGRAS
Declaramos objetivo militar a esos hijueputas de la mierda, revolucionarios, guerrilleros, milicianos que no creen que es cierto, que es mero amedrentamiento, pues NO y vamos es con toda, no creen que existimos, no se escondan como ratas, que se cuiden esos milicianos camuflados de ´´profesores y estudiantes´´, se creen muy machitos los malparidos cobardes, guerrilleros camuflados de civil; ya tenemos orden de hacer limpieza de ustedes, cuídense perros hijueputas, se van a morir.
Esta es la última advertencia, muerte a esos estudiantes y profesores terroristas de la guerrilla, nos cansamos de tantas ideas estúpidas de cambiar el país, atentados a la fuerza pública, no mas actos vandálicos den la universidad, si no se abren, sus familias correrán con las consecuencias.
Señores: milicianos, anarquistas, pc3, camilistas, guevaristas, juco, mesas de trabajo y de mas comunistas. No damos en vacilar en asesinarlos y vallan preparando a sus allegados que empiecen a enterrarlos
ÁGUILAS NEGRAS
NUESTRO PROPÓSITO ES ERRADICAR TODAS LAS LACRAS Y
RATAS DE LA SOCIEDAD

El día que se estremeció la ciudad…1

“El 26 de febrero prendimos la ciudad de la Quince pa´rriba, la tropa en todas partes, vi matar muchachos a bala, niños a bolillo, a Guillermito Tejada lo mataron a culata, eso no se olvida. Que di piedra y me contestaron con metralla”
“Fragmento el atravesado”. Andrés Caicedo

Durante los meses de febrero y marzo de 1971, una gran cantidad de estudiantes de todo el país se encontraron en una lucha sin precedentes en la historia de la universidad colombiana, resultado de una serie de movilizaciones donde convergía variados actores de diferentes puntos de la geografía nacional.
El panorama general de sus luchas sin variaciones sustanciales hasta nuestros días, se planteaba sobre reivindicaciones como la autonomía universitaria, la posibilidad de participación democrática real en la toma de decisiones administrativas, políticas y académicas al interior de las universidades por partes de estudiantes y profesores, la restructuración de la conformación de los consejos superiores de las mismas, contra la injerencia de la empresa privada y las multinacionales y por la libre cátedra. En el caso particular de la universidad del valle, se adelanta un paro general estudiantil prolongado durante quince días, iniciando en contra de las políticas esgrimidas por el recto Alfonso Ocampo Londoño, a quien acusaban, entre otras cosas, de realizar “a dedo” la lección del decano de la facultad de economía, burlando la normatividad existente para su nombramiento.

Luego de una manifestación denominada “la toma sin bolillo” donde a través de actos culturales realizados el jueves 25 en la plaza de Caicedo, los estudiantes realizaron sus denuncias ante la comunidad caleña, el rector Ocampo Londoño autoriza el ingreso de la fuerza pública a la universidad para desalojar a los manifestantes que permanecían desde el 15 de febrero en el edificio de la rectoría. Los estudiantes convocan una “retoma” de la universidad para la mañana siguiente, convocatoria que cuenta con una multitudinaria respuesta por parte de estudiantes de otras instituciones educativas de la ciudad. La manifestación estudiantil es fuertemente reprimida por parte de la fuerza pública que abrió fuego contra la multitud:

El 26 de febrero de ese año, los estudiantes se reunieron en la “vieja” universidad del valle en San Fernando y a las 9:30 de la mañana cuando lanzaban arengas, un soldado disparo contra la multitud dando muerte a Edgar Mejía Vargas, conocido como “Jalisco”.

En ese momento se formo la grande, iniciándose minutos más tarde una manifestación que llevo del hospital Departamental al centro de la ciudad, registrándose disturbios en el recorrido, lo que dejaron un saldo de 18 muertes hacia las 6:00 de la tarde, lo que obligo a la administración departamental y municipal a ordenar el toque de queda.2

Centenares de estudiantes se dispersaron hacia el centro de La ciudad donde la ciudadanía se unió en un solo clamor por la indignación que causo la respuesta desproporcionada de la autoridad: hubo pedreas, escaramuzas y tropeles callejeros q causaron cuantiosos daños, saqueos, decenas de heridos y varios muertos. Para la historia oficial, el único estudiante muerto fue Edgar Mejía Vargas, y junto a él 6 personas más de la comunidad. El orden público, contra la indignación popular fue restablecido a sangre y fuego y el gobierno adopta una medida sin precedentes en la ciudad decretando el toque de queda desde las dos de la tarde en Cali y durante los días siguientes. La cacería de brujas en busca de “izquierdistas” al interior de la universidad no se hizo esperar hubo detenciones y el exilio de varios estudiantes.

¿Fue esta una manifestación espontanea de rebeldía juvenil sin argumentos y sin  precedentes?

Lejos de parecerlo, las manifestaciones estudiantiles de la época son el resultado de la consolidación de procesos organizativos construidos con una solida argumentación sobre problemáticas puntuales de la educación y el país.

Este periodo estuvo fuertemente marcado por la radicalización de movimiento y las organizaciones estudiantiles al interior de las universidades, principalmente las públicas, producto de la marcada influencia de la izquierda, incluyendo las vanguardias armadas. El clima de agitación política del país, igualmente, colocada a la lucha armada como la principal alternativa de cambio frente a las escasas opciones q la sociedad ofrecía. En diferentes espacios universitarios del país se evidencio el orden y fortalecimiento de organizaciones estudiantiles q exigían reestructuraciones sustanciales en las universidades en todos sus niveles y consiguieron alcanzar algunas reformas importantes, entre las cuales destaca el establecimiento de un cogobierno universitario, proyecto  liderado en gran parte por la Federación de Estudiantes De La Universidad Del Valle, FEUV :

en Cali, por ejemplo, desde 1970 había venido gestándose un movimiento estudiantil muy bien organizado y exitoso, consiguió cambiar exitosamente la cara y todo el modus vivendi de la universidad del valle, cuyas estructuras internas eran rígidas y autoritarias y cuya composición estudiantil era francamente elitista. Fue un movimiento con orientación izquierdista y con la participación de muchos jóvenes de clase media y de clase alta de esta ciudad, un movimiento q culmino en la salida del rector, Alfonso Ocampo Londoño, y la terminación de los convenios en la Universidad del valle y fundaciones norteamericanas como la Ford y Kellogg.” 3

La experiencia organizativa, las propuestas políticas y el proyecto de ideológico de la FEUV, marcan un hito en la historia de las movilizaciones estudiantiles en las universidades colombianas. La perspectiva política esgrimida por las y los universitarios, llevo a un acercamiento progresivo con otras organizaciones sociales y populares, al punto de concretar movilizaciones y acciones reivindicativas q engrosaron las luchas sociales y populares a lo largo y ancho del país. Centenares de invasiones campesinas y huelgas obreras contribuyeron al desarrollo del movimiento estudiantil, y éste, a su vez, amplio los horizontes de sus luchas a sectores sociales diversos. En medio de las grandes dificultades las y los estudiantes de aquella época se sumaron a la combate por la construcción de una nueva democracia y probaron que, en su curso, se pueden conquistar importantes reivindicaciones.

“la dicha de la memoria contra el olvido es la lucha del hombre contra el poder.”
Milán Kundera.

1 Carlos Andrés Muñoz Gaviria. Estudiante de Estudios Políticos y Resolución de Conflictos. Proyecto cultural Su-Versión Universidad del Valle.
3 En: CASTELLANOS, Gabriela. La segunda ola de feminismo. http://gabrielacastellanos.com

Imperialismo, terrorismo de Estado y criminalización de la protesta social

Buena parte de la historia y la realidad de Latinoamérica tiene qué ver directa o indirectamente con las políticas intervencionistas que el imperialismo estadounidense ha ejercido siempre en la región, y que formalizó en 1823 con la famosa “Doctrina Monroe”. Por medio de diversas tácticas -que van desde la negociación, la amenaza, la intimidación y la coerción, hasta la invasión militar y el apoyo a regímenes domésticos oligárquicos que han ejercido el terrorismo de estado- el imperialismo norteamericano se ha asegurado de ejercer su influencia en un amplísimo territorio, que es considerado por ellos como parte integral, si no de su soberanía, sí de su seguridad y prosperidad nacionales. No es casualidad que nos denomine como “su patio trasero”.

La presencia, influencia y acción norteamericana en la política, la economía y hasta en la cultura de nuestros países, ha significado una constante de dominación coerción y contención de los procesos de lucha y resistencia políticos, sociales y culturales que históricamente han surgido en búsqueda de la consecución de justicia, libertad, paz y autodeterminación de nuestros pueblos.

La comprensión del modo de operación del imperialismo yanqui y de sus políticas intervencionistas en los asuntos internos de los países latinoamericanos nos ayuda a entender la correlación existente entre acontecimientos recientes que representan graves amenazas a la seguridad, la paz y los derecho a la resistencia y la autodeterminación, más allá de las estrechos márgenes que representa el binomio capitalismo-“democracia”, considerado por ellos como el único modelo aceptable y viable. El gobierno de USA, sin importar su filiación partidaria, proclama su “derecho” a supervisar a los demás países en el cumplimiento de deberes internacionales y a imponer castigos a quienes sean desaprobados.

Son políticas y acciones concretas las que relacionan al gobierno estadounidense con los intentos separatistas y desestabilizadores en Bolivia; y con las constantes, y cada vez más beligerantes, agresiones contra Venezuela. Son ellos quienes suministran apoyo logístico, militar, financiero, mediático y político al gobierno terrorista de Santos en Colombia, en una guerra contra lo que denominan “narcoterrorismo”, la cual ha sido en realidad un guerra contra el pueblo organizado, los opositores políticos, y los defensores de DDHH. Es la “diplomacia” estadounidense la que operó “políticamente” desde una de sus bases militares el golpe de estado en Honduras contra el presidente Zelaya. Así mismo, hay rastros y evidencias de la presencia de diversos organismos gubernamentales de EEUU en el reciente intento golpista en Ecuador.

En México, tiene también participación por medio de la llamada “Iniciativa Mérida” en la “guerra contra el narcotráfico” de Calderón la cual -como sabemos- se ha zanjado con más de 30 mil muertes violentas, en lo que va del sexenio, y ha sumergido a buena parte del territorio y algunas ciudades, en un verdadero estado, no de sitio, sino de terror.

De los acontecimientos recientes mencionados hay hasta ahora, dos experiencias. Por un lado se encuentran los países que pese al hostigamiento y agresiones constantes del imperialismo y sus aliados locales han logrado seguir adelante con sus procesos de cambio social, tal es el caso de Bolivia, Venezuela y Ecuador, estos dos últimos además han logrado revertir respectivamente, intentos golpes de estado y agresiones directas a sus presidentes. Y en el otro extremo encontramos a tres países que desarrollan y llevan acabo acciones y políticas concordantes con los dictados imperiales, tanto en lo económico como en lo político y policiaco-militar. Hablamos de México, Colombia y Honduras, que son utilizados como punta de lanza para fortalecer el dominio estadounidense de la región.

En estos tres países, amén de los problemas que entraña la aplicación del modelo económico neoliberal, las políticas desarrolladas registran un saldo grave en materia de DDHH. Los tres países tienen en común un número creciente de presos políticos, hostigamiento, persecuciones, amenazas, ejecuciones extrajudiciales, desapariciones, violaciones, torturas y desplazamientos forzados.

Para lograr lo anterior, se implementan políticas de contención-dominación-coerción dentro de las que destaca la criminalización de la protesta social. Ésta constituye una estrategia privilegiada como mecanismo de encubrimiento ideológico y de legitimación política y social de las acciones represivas del Estado en contra de luchadores sociales, dirigentes comunitarios, periodistas y comunicadores alternativos; activistas, estudiantes y opositores en general.

La criminalización de la protesta social se produce cuando el Estado utiliza e interpreta la legislación penal para juzgar, tipificar y sancionar el comportamiento de personas y organizaciones sociales. De modo tal que un reclamo o una acción de protesta, considerados como derechos, son convertidos en delitos.

Los derechos de expresión, organización, comunicación, defensa y hasta de debido proceso son impedidos en la práctica, lo cual lleva a ahogar la voz de quienes más necesitan ser escuchados. Actualmente en México y Colombia cualquier asesinato, desaparición, secuestro o agresión física no se investiga, sino que se justifica de inmediato como “relacionada con el crimen organizado” o el “narcoterrorismo”.

Los propósitos de una política de esta naturaleza son claros: hostigar, perseguir y reprimir a quienes ejercitan una actividad política en distintos frentes del quehacer social-popular y, de esa forma, inhibir la oposición al régimen o a alguna de sus acciones de gobierno. Como política de Estado, para su ejecución requiere de la acción de gobernantes, funcionarios, jueces, fuerzas militares, policiales y/o paramilitares, políticos y medios de comunicación. Por tanto estas acciones constituyen una forma de gobernar y de ninguna manera un comportamiento circunstancial.

Sin embargo, la criminalización de la protesta social no podría explicarse y aplicarse sin el “linchamiento mediático”. Este último crea las condiciones psicológicas en la sociedad para que acepte una política represiva aplicada en contra de otros, a quienes previamente se los muestra como violentos, peligrosos, enemigos de la sociedad y el país, saboteadores o terroristas. La lista de calificativos puede ser extensa.

Sin dar derecho a la defensa o a la réplica, envilecen a quien se ha convertido en objetivo político lanzando en su contra todo tipo de juicios de valor negativos; lo juzgan y sancionan ante la sociedad sin otorgarle el derecho a la defensa. Así, todo lo que el Estado haga en su contra es poco, e inclusive faltaría fuerza en la ley para reprimirlo. De esa manera el Estado consigue la justificación para golpear y reprimir, con base en un consenso social.

Esto es lo que ha ocurrido con las víctimas del bombardeo colombiano en Ecuador, y particularmente contra Lucía Morett, quien continúa perseguida con causas penales en Ecuador, México y Colombia además de un pedido internacional de detención por parte de INTERPOL. Es lo que ocurre con el profesor Miguel Ángel Beltrán, detenido arbitrariamente en México y deportado indebidamente a Colombia. Y es lo que ha ocurrido con las víctimas de la desaparición forzada y las ejecuciones extrajudiciales, e incluso con amigos y familiares de las víctimas.

Se ha gestado un clima de persecución internacional, que busca criminalizar a los luchadores sociales como el caso del chileno Manuel Olate del Partido Comunista que está en prisión preventiva por un pedido de extradición en Colombia.

Por otra parte, la senadora Piedad Córdova fue privada del cargo para el que fue electa, con la argucia de que colabora con la insurgencia, cuando fue ella quien encabezó la misión “Colombianos por la Paz” que logró la liberación de varios rehenes. También fue inhabilitada para ocupar cargos públicos, cuando se trata de una persona que ha luchado incansablemente por la paz.

Ante esto nos parece impostergable alertar y denunciar tanto las políticas imperialistas y las acciones intervencionistas como las políticas de seguridad que se desarrollan como terrorismo de Estado, así como la criminalización de facto de la protesta social y el derecho a pensar y expresarse críticamente, ya que estas acciones que surgen del Estado y de la colaboración entre estos constituyen ofensas y atentados concurrentes contra la vida, los DDHH, la paz, la seguridad y la autodeterminación.

Estas políticas de seguridad están acompañadas de una impunidad de las fuerzas castrenses que asesinan a civiles, principalmente a los jóvenes. Por ello resulta necesario reivindicar y dar voz a las víctimas, a los familiares de las víctimas, a las organizaciones sociales, a los comunicadores, activistas, defensores, artistas, intelectuales y estudiantes que desde el ejercicio de sus legítimos derechos buscan un mundo más justo y más digno de ser vivido. México no merece una “colombianización” al estilo Uribe-Santos, sino un destino de unidad con las luchas libertarias de América Latina y del mundo.
Libertad a Miguel Ángel Beltrán.

Exoneración total a Lucía Morett.

Castigo a los asesinos de Juan, Verónica, Soren y Fernando, caídos en Sucumbíos a manos de los terroristas colombianos.

* Mariana López de la Vega y Miguel Ángel Aguilar González: Sociedad de Estudios Culturales de Nuestra América:

*José Enrique González Ruiz: Postgrado en Derechos de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México:

La aplicación ilegal de la pena de muerte en Colombia:

En términos formales se nos dice que Colombia es un Estado Social de Derecho (sic) y nos lo repiten hasta el cansancio leguleyos, políticos, "violentólogos", periodistas, dueños de ONG y catedráticos en todos los rincones del país. En concordancia, se afirma que en Colombia no existe la pena de muerte, la cual fue abolida legalmente hace un siglo exacto, en 1910. Esto no pasa de lo puramente formal, porque en la vida real en este país se aplica la pena capital, de manera generalizada desde, por lo menos, 1946, cuando los conservadores retomaron el control del gobierno.

En ese sentido Pena de Muerte, lo que se dice Pena y de Muerte, ha sido una constante de la historia colombiana, hasta el punto de que podría decirse, sin exagerar, que los colombianos que hemos nacido durante los últimos 70 años pertenecemos a una interminable generación, la de la Pena de Muerte.

Sin embargo, en los últimos ocho años se ha presentado un cambio con respecto tanto a la aplicación como a la legitimación que desde el Estado –contando con la complacencia de las clases dominantes, de sus medios de comunicación y de una parte de la población- se ha hecho de la pena de muerte, como se demuestra con algunos acontecimientos recientes.

1. 1910: Se decreta la abolición legal de la pena de muerte

La pena de muerte legal ha existido en el territorio de lo que hoy se llama Colombia en diversos momentos de la historia, desde la época colonial. Su primera abolición se produjo en 1851, en medio de las llamadas Reformas de Medio Siglo, bajo el gobierno de José Hilario López. Volvió a ser implantada por la Regeneración Conservadora, en la Constitución de 1886, para delitos como el parricidio, la traición a la patria, el asesinato, la piratería, el asalto en cuadrilla de malhechores y el provocar incendios, pero se prohibió taxativamente para delitos políticos.

Durante la dictadura de Rafael Reyes (1904-1909) se presentaron las últimas ejecuciones legales en Colombia, es decir, amparadas en la propia Constitución. Los penúltimos connacionales en ser llevados al patíbulo fueron los cuatro autores materiales del fallido atentado de Barro Colorado (carrerá 7 con calle 45, en Bogotá) contra el Presidente de la República, lo que aconteció el 10 de febrero de 1906. Juan Ortiz, Carlos Roberto González, Fernando Aguilar y Marco Arturo Salgar fueron juzgados y condenados por organizar un ataque en cuadrilla de malhechores y luego ejecutados en el mismo lugar donde habían atentado contra Reyes.

Y el último colombiano sometido a la pena de muerte legal fue el abogado negro Manuel Saturio Valencia, el 7 de mayo de 1907, cuando un grupo de fusileros le disparó directo al corazón. El delito por el que se le condenó fue su responsabilidad, nunca probada, en unos leves incendios en la ciudad de Quibdó, pero la verdadera razón estaba en que había tenido relaciones sexuales, de las que resultó un hijo, con una dama blanca. La familia de esa mujer juró vengarse y aprovechó la ocasión de un incendio que se presentó en Quibdó el primero de mayo de 1907, para inculpar a Valencia. El joven abogado fue juzgado y condenado en forma por demás acelerada, ya que entre el momento del incendio y la ejecución pública sólo transcurrieron 6 días. ¡Un raro ejemplo de celeridad en la justicia colombiana, cuando ésta se aplica a pobres o a negros! ¡Con sobrada razón se dice que la justicia es para los de ruana!

En 1910, luego del fin de la dictadura, la Asamblea Constituyente que reformó la Constitución de 1886 abolió la pena de muerte. En el artículo B de las disposiciones transitorias de esta reforma constitucional se determinó que “los delitos castigados con pena de muerte en el Código Penal, lo serán en adelante con veinte años de presidio, mientras la ley dispone otra cosa”.

Nunca más, hasta el día de hoy, un texto constitucional vigente en este país avaló la pena capital, porque el artículo 11 de la Constitución de 1991 establece que “el derecho a la vida es inviolable. No habrá pena de muerte”. Como se muestra enseguida, tan lacónica afirmación constitucional está tan lejos de la realidad que parece un mal chiste.

2. La pena de muerte nunca reconocida

Aunque, constitucionalmente hablando, en 1910 se hubiera abolido la pena capital, en la práctica ésta se siguió aplicando en forma generalizada desde la violencia que se extendió por el país luego del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán en abril de 1948.

En efecto, el partido conservador, en alianza con gamonales, terratenientes y sectores de las jerarquías católicas, para conservar el poder, pese a ser minoritario en términos políticos, organizó grupos de criminales, auspiciados y financiados desde el Estado, entre los cuales sobresalen los pájaros, los chulavitas y la tristemente célebre POPOL, policía política, todos los cuales se dieron a la tarea de asesinar a quienes eran considerados como enemigos del régimen conservador, entre ellos liberales, gaitanistas, y comunistas.

Los asesinatos perpetrados por miembros del Estado se hicieron cotidianos y esa práctica no ha desaparecido hasta el día de hoy, porque luego del fin del laureanismo (1950-1953) y de la dictadura militar que le siguió, la de Gustavo Rojas Pinilla (1953-1957), el Frente Nacional no abandonó las viejas prácticas del conservadurismo y más bien las extendió, enmascaradas ahora con un abierto anticomunismo, para perseguir la protesta social y popular.

De esta forma, han sido asesinados miles de colombianos de organizaciones políticas y sociales de izquierda, así como sindicalistas, dirigentes agrarios, líderes comunitarios, estudiantes, profesores, mujeres pobres, defensores de derechos humanos, campesinos, jornaleros, indígenas y un interminable etcétera. Un buen número de las personas asesinadas en Colombia después de 1948 fueron ejecutadas de manera directa por el Estado, o por grupos privados que han sido auspiciados por el mismo o porque desde el mismo Estado los representantes del bipartidismo liberal conservador se daban a la tarea de señalar a los enemigos de la “democracia colombiana” y del “mundo libre” para que fueran perseguidos, exiliados o ejecutados por bandas criminales, rabiosamente anticomunistas.

Estas prácticas criminales tenían, sin embargo, como característica distintiva que, en general, los funcionarios del Estado jamás reconocían su participación en esos delitos, y en raras ocasiones se ufanaban en público, o a través de los medios de comunicación, de ser responsables de la muerte de ningún colombiano. Incluso, los responsables de los crímenes se lavaban las manos y proclamaban su inocencia, como sigue sucediendo hoy en algunos casos con respecto al respaldo, apoyo y financiación a los paramilitares.

3. El uribismo o el sicariato estatal

En 2002 se produce un cambio radical en cuanto a la pena de muerte aplicada por el Estado colombiano, ya que se instaura en el manejo estatal la lógica y la práctica de los sicarios, asesinos a sueldo cuya labor consiste en ejecutar a sangre fría a sus víctimas.

Durante los últimos ocho años, distintos funcionarios y agentes del gobierno central han asumido como algo normal el decretar y aplicar la pena de muerte a muchos colombianos, sobre todo a aquellos que empezaron a ser calificados como “terroristas” o “cómplices del terrorismo”, una noción tan vaga que en ella cabe todo. Esa práctica se ha impulsado desde la propia Presidencia de la República, como ha quedado demostrado con las continuas invitaciones de Álvaro Uribe Vélez a matar a todo aquel que fuera señalado como enemigo del régimen. Frases como "Si parece culpable, échenlo a la fosa", “Fumíguelos a mi nombre, general”, “Hay que matar a los bandidos”, son típicas de esa incitación cínica y desvergonzada a matar, con toda la impunidad del caso y protegidos con el manto estatal. El cambio fundamental estriba en que ahora no se niega el asesinato de adversarios sino que se impulsa y apoya desde el propio Estado. Eso fue lo que hicieron el régimen uribista y sus más encumbrados funcionarios, como Juan Manuel Santos y Francisco Santos.

Ahora el primer funcionario del Estado llama abiertamente al asesinato de sus adversarios, y además se ufana en hacerlo, y lo mismo hacen otros miembros del gobierno, como el Vicepresidente de la República.

Son tristemente célebres dos hechos:

-Primero, el asesinato de 3 dirigentes sindicales en Arauca en agosto de 2004, crimen que fue aplaudido por el vicepresidente de entonces, Francisco Santos, con la descarada afirmación de que “eran terroristas” que habían sido “dados de baja” en combate. Como para que no quedaran dudas del reconocimiento de la acción por parte del Estado, el entonces Ministro de Defensa, Jorge Alberto Uribe, ante la pregunta de un periodista de los Estados Unidos que le indagó si los muertos eran sindicalistas, le respondió: “Sí, los que fallecieron allí eran sindicalistas. Pero estaban en una lista con órdenes de captura justificadas. Son dos cosas separadas. Hay criminales que son médicos o pilotos. Ellos estaban comprometidos con el ELN. Cayeron en una operación en la que se les estaba buscando (por ser del ELN)”.

-Segundo, la masacre de 8 campesinos, entre ellos varios niños, de la Comunidad de Paz de San José de Apartadó en febrero de 2005 por parte de miembros del ejército. Un mes después el propio Álvaro Uribe justificaría el crimen con estos términos: “En esta comunidad de San José de Apartadó hay gente buena, pero algunos de sus líderes, patrocinadores y defensores están seriamente señalados, por personas que han residido allí, de auxiliar a las FARC y de querer utilizar a la comunidad para proteger a esta organización terrorista”.

Lo significativo de estos dos hechos radica en que, como ahora ya está confirmado, los sindicalistas no eran guerrilleros y no murieron en ningún combate, sino que fueron asesinados a mansalva por miembros activos del ejército. A su vez, los miembros de la Comunidad de Paz no pertenecían a ninguna organización insurgente y fueron ultimados por miembros del ejército, que han sido condenados a muchos años de cárcel. Por lo demás, resultaba poco creíble que niños de cinco años pudieran atacar a mano armada al ejército. Sin embargo, por esta apología del crimen, no han sido juzgados ni el Presidente ni el Vicepresidente de la República, y estos personajes nunca le han pedido perdón ni a las victimas ni al país por los señalamientos y por los crímenes cometidos por las fuerzas armadas del Estado.

Como puede verse, desde el Estado se avala el sicariato y se justifican todas las acciones de las fuerzas represivas, como se ha puesto de manifiesto con los mal llamados falsos positivos, un crimen sistemático de Estado, que no puede ser interpretado con la equivocada denominación de “ejecuciones extrajudiciales”, porque sencillamente en Colombia no existen las “ejecuciones judiciales”, esto es, la autorización legal y constitucional para matar a alguien. Ese nombre tiende a ocultar que simple y llanamente son crímenes de Estado, sin asidero legal de ninguna clase, aunque cuenten con el apoyo de la fuerza militar y de los medios de comunicación, para presentarlos como legales y legítimos.

Por si hubiera dudas de que estamos hablando de crímenes de Estado, es bueno recordar que los militares fueron los organizadores y ejecutores de las muertes de miles de colombianos pobres y humildes, hay que subrayarlo, porque que se sepa no ha habido ni un solo oligarca entre los “falsos positivos” y, además, esta práctica criminal tuvo patrocinio estatal con la Directiva No. 29 del Ministerio de Defensa de noviembre de 2005, en la cual se indica que se pagaran recompensas por “la captura o abatimiento en combate de cabecillas de las organizaciones armadas al margen de la ley, material de guerra, intendencia o comunicaciones e información que sirva de fundamento para la continuación de labores de inteligencia y el posterior planeamiento de operaciones”.

Comentando este hecho criminal, el investigador Samuel Barinas concluye un estudio sobre los eufemísticos falsos positivos de esta forma lapidaria: “Le quitaron valor a la vida y le pusieron precio a la muerte. Querían medir el éxito de su criminal política de seguridad en litros de sangre. Como consecuencia de esta directiva los noticieros de la radio y la televisión y los titulares de la prensa se llenaron de muertos, casi todos presentados por los militares como “jefes de finanzas” de la guerrilla, “mano derecha” del comandante tal, o simplemente, “terroristas” muertos en combate…”

Otro hecho que rubrica la legitimación pública de la pena de muerte que se realiza desde el Estado, con la violación de la Constitución Nacional, ha sido el del ataque de Sucumbíos en Ecuador en marzo de 2008, cuando fueron masacradas 26 personas, entre ellas 4 ciudadanos mexicanos y 1 ecuatoriano. A raíz de esto hecho, típico de la guerra preventiva made in USA, el régimen uribista intentó justificarlo de mil maneras, con el respaldo abierto y cínico de la “gran prensa”, diciendo que Colombia tenía derecho a defenderse y que por eso atacaba a las FARC en Ecuador y violaba la soberanía territorial de ese país.

El que tuvo bien claro lo que había sucedido fue un humilde juez de Sucumbíos, quien desde el principio señaló que había sido un crimen, y por eso inició el juicio contra los responsables, entre los que se encuentra el actual Presidente de la República de Colombia. Éste nunca se ha arrepentido de los hechos de Ecuador, antes por el contrario ha manifestado en repetidas ocasiones que se siente muy feliz y satisfecho por la acción criminal, como muestra del cambio que hemos señalado, que consiste en no ocultar los crimines sino en exaltarlos en público.

No sorprende que los abogados de oficio que tiene J.M. Santos ante la justicia ecuatoriana hayan recurrido al sensacional argumento jurídico que intenta ocultar las manifestaciones públicas del hoy Presidente de Colombia en las que se ufana del asesinato de Raúl Reyes. Dicha argumentación jurídica, sin ningún asidero ni legal ni lógica dice textualmente: “La decisión de bombardear el campamento donde se encontraba Raúl Reyes fue de Estado, amparada por legislación internacional en la lucha contra el terrorismo, y que por consiguiente no hubo ninguna acción o prueba que demuestre que Santos actuó de manera personal”. Como quien dice, la pretendida legislación internacional de lucha contra el terrorismo avala la pena de muerte en cualquier país y por eso hasta el Presidente de la República puede violar la constitución del país que preside, amparándose en una etérea legislación internacional (que si existiera, que no es el caso, no podría reclamar extraterritorialidad), para bombardear otro país y asesinar a un grupo de personas, sin importar que ni en Ecuador ni Colombia exista la pena de muerte. ¡Si existiera el Premio Nobel de Jurisprudencia se lo ganarían sin ninguna duda los abogados de Santos, por tamaño descubrimiento jurídico!

4. Los sicarios del aire

En el uribismo se implementó un nuevo tipo de sicariato, que consiste en el uso masivo de la aviación militar para bombardear de manera indiscriminada y desproporcionada con el objetivo exclusivo de matar al adversario. A este tipo de acción criminal bien se le puede llamar sicariato aéreo, que no es sino un refinamiento técnico del sicariato en motocicleta, que fue inventado en la década de 1980 en las calles de Medellín y luego se exportó a otros lugares del país y del mundo, como producto de lo cual los sicarios colombianos gozan de gran reconocimiento internacional por su frialdad, sangre fría y puntería para matar a sus victimas. Este sicariato se ha convertido en un producto de exportación típicamente colombiano, porque en estos momentos los sicarios colombianos gozan de gran prestigio entre los círculos criminales de México y otros lugares del planeta.

Valiéndose de los dineros del Plan Colombia y de las “ayudas” de los Estados Unidos, el Estado ha comprado aviones sofisticados con los cuales adelanta sus labores sicariales, consistentes en bombardear de manera permanente a la insurgencia y a campesinos e indígenas. Esta arma de guerra se ha venido utilizando de manera reiterada y sin limitación alguna, como se puso de manifiesto el 23 de septiembre cuando fue asesinado el líder militar de las FARC, Alfonso Briceño, conocido como el Mono Jojoy.

Las declaraciones de los altos funcionarios del Estado indican claramente que el objetivo de esta acción desde un principio era la de masacrar al Mono Jojoy, como se evidencia con esta afirmación de uno de los militares que participó en la operación:"Sabíamos que teníamos dos objetivos grandes: acabar con el 'Mono Jojoy' y combatir a los 1.300 hombres que lo custodiaban”.

Y el Ministro de Defensa (sic), Rodrigo Rivera, un mediocre burócrata de segunda categoría, se regodea de la aplicación ilegal de la pena de muerte: “Fue una operación quirúrgica porque no iba dirigida a desmantelar el campamento sino contra el objetivo. Sabíamos que tenía la costumbre de levantarse entre la 1:00 y las 4:00 de la mañana y consultar documentos (...) por eso se decidió que (el operativo) fuera a las 2:00 de la mañana”. Una operación quirúrgica, vale decir destinada a matar a una persona, como las que realizan cotidianamente Israel contra los palestinos o Estados Unidos en Iraq, Afganistán y Pakistán. Por eso no sorprende que ésta haya sido una operación en la que participaron directa e indirectamente Estados Unidos. Éste suministró 30 bombas “inteligentes”, equivalentes a 7 toneladas de explosivos (7.000 mil kilos) para matar a un guerrillero de 59 años y enfermo, como lo relatan con deleite los militares que hablan en la prensa amarilla y pornográfica de Colombia: "Tenía diabetes aguda por lo que las heridas tomaban tiempo en sanar. No podía tomar licor, sufría impotencia sexual, estaba deprimido, había sido operado del apéndice, tenía otitis en el oído izquierdo, sufría de hipoglicemia, de hipertensión. Regularmente se le inflamaban los pies y por eso no usaba botas de caucho, sino militares. Por eso cada vez que podía, se ponía sandalias".

Fue contra este hombre que se realizó esta operación sicarial en la que se emplearon, ya no se sabe con exactitud cuál es la cifra, porque ya se habla de 72 naves aéreas, incluyendo aviones y helicópteros, con la participación de casi 1.000 miembros de los cuerpos especiales y emplearon bombas muy sofisticadas, como cuenta uno de los participantes: “Usamos bombas construidas con un material exclusivo que, al reventar, produce tres efectos: uno que enciende fuego; uno de onda explosiva, que es lo que tumba lo que encuentra; y uno de fragmentación, que son las esquirlas. En este caso, el efecto de la onda explosiva destruyó el búnker".

¿A esto lo llaman combate? ¿Este crimen fue el resultado de un enfrentamiento militar, similar al que libran los israelíes cuando asesinan a los palestinos?

Como ha dicho hace poco Fidel Castro: “Imagino que no pocos militares colombianos estén abochornados por las grotescas versiones de la supuesta batalla en la que murió el Comandante Jorge Briceño Suárez. En primer lugar, no hubo combate alguno. Fue un burdo y bochornoso asesinato. El almirante Edgar Cely, tal vez embarazado con el parte de guerra con que la autoridad oficial informó la noticia y otras versiones oscuras, declaró que: “Jorge Briceño, alias ‘Mono Jojoy’, murió por ‘aplastamiento’ cuando [...] la construcción en la que estaba escondido en la selva se le vino encima.” El líder cubano añade que “Lo más grave es lo que falta por contar, que ya hasta el gato lo sabe, porque los propios yankis lo han publicado. El gobierno de Estados Unidos le suministró a su aliado más de 30 bombas inteligentes. En las botas que le suministraron al jefe guerrillero, le instalaron un GPS. Guiadas por ese instrumento, las bombas programadas estallaron en el campamento donde estaba Jorge Briceño. ¿Por qué no se explica al mundo la verdad? ¿Por qué sugieren una batalla que nunca tuvo lugar?”

Por otra parte, el cadáver de Briceño presenta las mismas características de los muertos de la masacre perpetrada por Israel en diciembre de 2008/enero de 2009 en Palestina, cuando se veían los cuerpos inflados y derritiéndose. Es un resultado del uso de fósforo blanco, un componente químico que está prohibido en las guerras. ¡Ése es otro de los grandes logros del ejército colombiano, usar armas prohibidas por las convenciones internacionales!

Los medios de comunicación, periodistas, políticos, pseudointelectuales, todos convertidos en chacales de la muerte, aplauden la maniobra artera y criminal que es la aplicación de la pena de muerte en estos tiempos pretendidamente posmodernos. Y Juan Manuel Santos fue a la ONU a decir que había matado a uno de los peores terroristas de Colombia en su guarida y fue felicitado por Barack Obama, Premio Nobel de la Muerte, quien manifestó su beneplácito por el crimen, y lo mismo hizo José Miguel Insulza, uno de esos raros casos en que el apellido coincide con al perfil moral e intelectual del sujeto. Si Santos dice que se mató a uno de los principales enemigos del pueblo colombiano, nos preguntamos ¿por qué se dice eso si a Álvaro Uribe Vélez no le ha pasado nada, ni tampoco se ha bombardeado a la Casa de Narquiño, la sede Presidencial?

Ante todo lo dicho, flotan otras preguntas en el aire: ¿Qué van a decir Amnistía Internacional, la Cruz Roja, las ONG de derechos humanos y, sobre todo, los juristas colombianos sobre este tipo de crímenes efectuados por el Estado colombiano? ¿Qué tienen que decir todas estas instancias ante el uso de fósforo en las bombas suministradas por los Estados Unidos? ¿Por qué ese silencio mudo de la “izquierda democrática” ante este crimen de guerra perpetrado por el Estado colombiano? ¿Acaso está muy distante el día en que desde los aviones y los helicópteros, como sucede en Israel, se ametralle a otros colombianos en campos y ciudades, so pretexto de ser terroristas?

5. Los macabros rituales de la pena de muerte a la colombiana

En casi todos los países del mundo donde ha existido y hoy existe la pena de muerte legal, aplicada por el Estado, se práctica una ritualidad macabra que acompaña a las ejecuciones. No solamente es el acto de matar a un ser humano lo que cuenta sino todas las horrorosas prácticas que se desarrollan durante y después de la ejecución. Al respecto se debe recordar, para citar un ejemplo, que cuando se mataba a alguien en Europa en los siglos XVI y XVIII se obligaba a la gente a asistir a la ejecución y luego se dejaba el cadáver clavado en postes de madera por semanas para que fuera presa de las aves de rapiña. Este ritual tenía la finalidad de generar escarnio y crear terror entre la población. Algunos podrán decir que esos eran otros tiempos, pero que hoy en el capitalismo posmoderno eso ya no se practica. Nada de eso, aunque hoy los rituales se han sofisticado son igual de escabrosos, máxime con el papel enajenante que cumple la televisión, la cual muestra con morbo y saña los cadáveres de los enemigos de la “democracia”, como se hace en Israel, Estados Unidos y ahora en Colombia.

A propósito de ese estilo, en Estados Unidos se prohíbe que en televisión se muestren los cadáveres de los soldados muertos en Iraq o Afganistán –lo mismo que sucedió con las victimas del 11 de septiembre de 2001-, pero se irrespetan y se profanan los cadáveres de los enemigos, como sucedió con los hijos de Sadam Hussein y con el propio líder iraquí. En esas condiciones, lo que ahora vemos en Colombia no es ni siquiera original, pues es una burda copia de los métodos de matar de Israel y Estados Unidos, pues mediante bombardeos indiscriminados y el empleo de fósforo blanco se masacra y luego se presenta el espectáculo morboso de exhibir los cadáveres desfigurados de sus adversarios para diversión de la “opinión pública”. Por eso, lo que últimamente se ha visto en Colombia es una simple réplica de lo hecho por los estadounidenses con sus victimas en Iraq o Afganistán.

En la pena capital a la colombiana, tal y como ahora se aplica por parte del Estado traqueto, también se escenifican unos rituales despreciables, en los cuales los medios de comunicación desempeñan un papel central. Se trata en primer lugar de rebajar al extremo al otro, que no es presentado como un ser humano sino como una bestia, sin ni siquiera reconocer su carácter de adversario. En el caso reciente resulta escalofriante que se exalten las virtudes de Sascha, una perra antiexplosivos del ejército que murió en el bombardeo, como una pérdida lamentable para la democracia colombiana, mientras se solazaban mostrando de manera morbosa el cadáver desfigurado de Alfonso Briceño.

La oligarquía colombiana ni siquiera respeta a los muertos, lo cual es casi una ley universal, que por supuesto no se aplica en estos lares traquetizados. Por eso, ese regodeo sangriento de presentadores y presentadoras de televisión, de periodistas, de opinadores y charlatanes que se deleitaban mostrando de manera pornográfica y criminal, muy al estilo de la prensa de Estados Unidos o de Israel, el cadáver desfigurado de un campesino, cuyo principal crimen fue el de combatir a esa oligarquía, y de propinarle memorables derrotas, durante 40 años.

Porque, precisamente, si algo se destaca de ese ritual despreciable que no respeta ni a los muertos, es el odio de clase hacia todos aquellos de origen humilde que se han revelado para enfrentar, en este caso con las armas, a las clases dominantes de Colombia. Lo peor del caso radica en que los pobres, tan despreciados por esa oligarquía, también participen en la fiesta de clase que celebran los de arriba contra uno de los suyos. Algo similar a lo que sucede con muchos admiradores del nazismo que, pese a su extracción pobre y cetrina, admiran a Hitler, un personaje que de existir no dudaría ni un momento en matarlos con su mano homicida.

Finalmente, que la pena de muerte se ha legitimado en este país, aunque no necesite legalizarse, lo demuestra la efusividad de todos los altos funcionarios del Estado, cada uno de los cuales quiere llevar la delantera en hacer meritos en la campaña criminal por saber cuál de ellos es el más asesino, como sucedía en los tiempos de lejano oeste en Estados Unidos. Cada uno de ellos quiere convertirse en el Matoncísimo Kid para ganar puntos ante sus amos de los Estados Unidos. Y por eso, hasta la tribuna de la ONU se considera adecuada para que un personaje que ocupa el solio presidencial, de tan dudosa moralidad y con tan pésimos antecedentes en materia del respeto a las vidas ajenas -es prófugo de la justicia ecuatoriana, está involucrado en el asesinato de 4 mexicanos y un ecuatoriano y de miles de colombianos pobres, por lo de los mal llamados “falsos positivos”- ahora venga a presentarse como el salvador de Colombia e incluso haya comparado el asesinado del Mono Jojoy con la gesta libertadora de Bolívar.

Tamaño atrevimiento sólo puede caber en una mente enferma y megalómana, que cae muy bien en una Colombia embrutecida por los medios de comunicación y en la que se ha impuesto la lógica del “todo vale”, tan propia de esa combinación letal de neoliberalismo con las subculturas del narcotráfico y del paramilitarismo. ¿Qué más se le puede pedir a un genuino representante de la lumpemburguesia colombiana?

Tomado de: Rebelion

Fuente RPASUR

Julián Andrés Hurtado Castillo

HAGAMOS PRESENTES LOS DESAPARECIDOS

Que todos sintamos el dolor
Que a todos nos avergüence el ultraje a Ia vida
Que a todos nos indigne, que los criminales sientan el acoso.
Que el cerco se les estreche
Que sepan que por el crimen hay que pagar un costo
Este país se pobló de indiferentes
Rechacemos Ia ausencia impuesta de nuestros seres queridos
Chucho Peña (Poeta desaparecido, torturado... ¡Asesinado!)


En su memoria
El Derecho a Ia Verdad, es decir, el derecho a conocer el contexto bajo el cual ocurrieron los hechos y los responsables materiales e intelectuales del asesinato del estudiante Julián Andrés Hurtado Castillo, a cuatro años de haber ocurrido, esta abrigado por las sombras de la impunidad, hoy por hoy se encuentra nublado, estático... desde todo punto de vista va rumbo a la impunidad con Ia complacencia de unos y el silencio de otros. La obligación del Estado de investigar seriamente que ocurrió, a sancionar a los responsables y a restablecer a las víctimas en sus derechos, se quedó atascado en una primera etapa dizque de recolección de pruebas, juzgadas por cierto, de insuficientes.

Desde un plano individual exigimos que se nos diga quiénes fueron los responsables, las circunstancias de tiempo, modo y lugar en que ocurrieron los hechos, las motivaciones de los mismos. Pero también desde el plano colectivo, los diversos sectores universitarios y la misma sociedad en su conjunto, exigimos Ia verdad de lo ocurrido, así como las razones y circunstancias en las que este aberrante delito llego a cometerse. PERMITIR QUE EL ESTADO VIOLE EL DERECHO A LA VERDAD, ES PERMITIR QUE EN EL FUTURO SE CONTINUEN REPITIENDO TALES ACTOS.

Sabiendo que al Estado le asiste el deber de investigar todos los asuntos relacionados con este vil asesinato, lo que observamos es que el Estado no solo ha incumplido éste sagrado deber, sino que también no se ha revestido de toda la formalidad pertinente ni tampoco se ha dotado de los medios adecuados para buscar y valorar las pruebas existentes. El deber de investigar significa para nosotros, hallar a los culpables, castigarlos debidamente e incorporar la Búsqueda de la Verdad Histórica.

En respuesta a un Derecho de Petición instaurado por la madre de Julián, doña Laura Castillo de Hurtado, el 3 de junio de 2009, donde se le solicita a la Fiscalía un informe detallado sobre las investigaciones adelantadas en pro de encontrar los autores y esclarecer los móviles que terminaron con Ia vida del estudiante en mención, la Fiscalía General de la Nación a través de Ia Unidad de Vida, Libertad Sexual y Dignidad Humana-Seccional Cali; se limita a manifestar que hasta el momento no se cuenta con pruebas suficientes y concretas que permitan Ia vinculación de persona alguna como autora del asesinato. A pesar del tiempo transcurrido, no han sido suficientes las declaraciones recogidas, Ia concurrencia de un testigo presencial de los hechos ni tampoco el retrato hablado del posible autor material del homicidio para llegar a una formulación de imputación contra persona determinada... en estas condiciones se estima que procede el archivo de las diligencias, sin perjuicio de evidencia sobreviviente. Y para que no quede duda alguna, Ia Fiscalía lo reafirma: Podría aceptarse que las diligencias que se han allegado nos advierten de la existencia de un acontecer contra la vida, pero conforme a los derroteros de la Ley 906 de 2004, no existe posibilidad de hacer imputación en contra de persona determinada y mientras ello no suceda, lo prudente es archivar el caso. Ante esta decisión, apenas obvia y normal en el marco de Ia institucionalidad de Ia impunidad en
Colombia... nos negamos a aceptar que el crimen de Julián quede precisamente en la impunidad, porque según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, "El Estado tiene Ia obligación de combatir la impunidad por todos los medios legales disponibles ya que ésta propicia la repetición crónica de las violaciones de los Derechos Humanos y la total indefensión de las víctimas y sus familiares”. Por lo tanto, rechazamos unánimemente el proceder de la Fiscalía y demás instancias judiciales. EXIGIMOS LA APERTURA INMEDIATA DE LA INVESTIGACIÓN. No podemos aceptar este tipo de decisiones, en las que se dice administrar justicia, pero que en realidad lo que están haciendo es evadir la responsabilidad del Estado en el sentido de valerse de todos los medios posibles no solamente para garantizar el Derecho a la Verdad sino también para proteger los derechos de todos los ciudadanos... ¡EN COLOMBIA, UNA VEZ MAS LA JUSTICIA CAMINA EN DIRECCION AL FAVORECIMIENTO DE LOS VICTIMARIOS!

En medio de estas dolorosas y repudiables circunstancias, familiares, amigos y compañeros de Julián Andrés Hurtado Castillo, invitan al acto de exhumación de sus restos.

el día 28 de octubre de 2010.
Hora de salida: 6:30 am.

Frente al Monumento de los Estudiantes Caídos (diagonal a Ia frutería) — Univalle Meléndez.
Sitio de llegada: Cementerio Jardines del Recuerdo (7:00 am.),
Capilla San Fernando Rey (9:00 am.).

Para dónde va la UDEA

Escrito por Ruben Darío Zapata

Este lunes 11 de octubre se abrieron nuevamente las puertas de la Universidad de Antioquia para recibir a sus estudiantes; sin embargo, algo de extrañeza queda en el ambiente que no permite mucho optimismo frente a la normalización de las actividades; ni siquiera existe claridad sobre los acontecimientos que motivaron dicho cierre. Periferia habló con profesores, estudiantes y otros actores cercanos a la Universidad y todos coinciden en que el 15 de septiembre en la tarde los estudiantes realizaban una protesta pacífica y no hubo en ellos una actitud intimidatoria o amenazante contra las directivas de la Universidad. También coinciden en que los problemas estructurales que afronta la Universidad son muy graves y no pueden reducirse, como pretenden las directivas, a un problema de orden público.

El miércoles 15, en horas de la tarde, la Personería recibió la información de que se estaba presentando un mitin de los estudiantes en los alrededores del bloque administrativo de la Universidad exigiéndole al rector que se presentara para discutir el problema de la implementación de las Tarjetas de Identificación Personal, TIP. “Alrededor de unos 200 estudiantes se manifestaban en los bajos del edificio administrativo en donde las directivas habían preferido encerrarse, bajando todas las puertas- explica Max Yuri Gil, investigador del área de derechos humanos de la Personería-. Pero no fue cierto que se secuestró al rector como se rumuró. Es falso también que hubiera personas encapuchadas, armadas con palos, varillas metálicas o con piedras. Tampoco es cierto que estuvieran escalando los muros del edificio para penetrar”.

Hubo un momento en que la crisis se empantanó, los estudiantes rehusaron retirarse del  perímetro del bloque administrativo y los directivos no encontraba alternativas. De pronto el ESMAD irrumpió con violencia en el campus. Esto inquietó a los estudiantes y produjo una indignación al sentirse agredidos. Por eso, en lugar de huir, enfrentaron verbalmente al escuadrón.
Según Max Yuri, la comisión de la Personería, la directiva de la Udea y los estudiantes trataron de interlocutar con el comandante del operativo, pero él respondió que el gobernador había ordenado ingresar para rescatar al rector, que, según algunos funcionarios de su oficina, estaba  secuestrado. El comandante del escuadrón del ESMAD  dijo, sin embargo, que él se retiraría si de la propia rectoría le pedían hacerlo; entonces una funcionaria de la administración facilitó la comunicación telefónica entre el rector y el comandante del ESMAD. “Cuando este colgó- comenta Max Yuri-, dijo que el rector no le había pedido que se retirara y, por lo tanto, su retirada dependía del retiro de los estudiantes”. Hacia las 4 de la tarde los estudiantes estaban dispuestos a retirarse, pero de repente una nueva escuadra del Esmad ingresó violentamente en el recinto universitario y en actitud de combate rodeó a los estudiantes. 

Este acto violento exacerbó los ánimos. Hubo enfrentamiento con piedras y botellas que se extendió a los perímetros próximos de la universidad. Varias personas fueron impactadas con objetos contundentes como granadas de gas. Una antropóloga y una defensora de derechos humanos resultaron lesionadas en la cabeza con potes de gas lacrimógeno; un estudiante de ciencias políticas también fue impactado con un tarro de  gas y estuvo a punto de perder el ojo; muchas personas resultaron intoxicadas con gases lacrimógenos y gases pimienta. “Conocimos de algunos desmanes al interior de la Udea- comenta el investigador de la Personería-, algunos monitores destruidos, y cinco personas detenidas, tres de ellas fueron golpeadas sistemática y brutalmente por la policía al interior de las tanquetas donde fueron retenidos y  amenazados con desaparecerlos. Ese es el balance general”. 

El Consejo Superior ordenó cerrar la Universidad, al menos para estudiantes y profesores de cátedra, aduciendo que la violencia de los estudiantes en esta ocasión era la gota que rebozaba la copa frente a un problema permanente de orden público al interior de la Universidad, que combinaba además la venta de alucinógenos, atracos por parte de individuos encapuchados, violaciones en los baños y ventas informales en los pasillos y mesas de estudio. No deja de ser curioso, sin embargo, que estando cerrada la Universidad se haya presentado un atraco a la oficina de la Cooperativa de Estudiantes y al día siguiente un allanamiento de esta misma oficina por parte de la Fiscalía. 

Objetivo: Criminalización de la protesta:

Según Camilo Duarte, estudiante de antropología y uno de los líderes reconocidos por el movimiento estudiantil de la Universidad de Antioquia, el cierre de la Universidad y la mezcla de las problemáticas dejan ver en el fondo una estrategia para dos objetivos: criminalizar la protesta estudiantil y desviar la atención sobre los problemas estructurales que tienen a la UdeA al borde del colapso. “Económicamente la UdeA está dejando de ser la universidad que investiga problemas de la sociedad, para investigar problemas coyunturales al servicio de la producción; deja de ser espacio público para convertirse en espacio privado a favor de empresas multinacionales. Ideológicamente la Universidad ha virado hacia una vertiente de derechización, buscando homogenización y persiguiendo el pensamiento crítico”. 

Detrás de todo esto, según Camilo Duarte, se vislumbran los proyectos de Infraestructura que se van a construir en los alrededores de la ciudad universitaria, tales como la Estación de Metro Plus, el Parque Tecnológico de la Ruta N y la factoría de Hewlett Pakcard. “Es un proyecto empresarial y de producción que se expandirá hacia la zona sur de la ciudad, esto permitirá que la ciudad se proyecte como centro de productividad pero no de conocimiento”. En este contexto la protesta estudiantil en sus diversas manifestaciones será un problema para el funcionamiento de este centro empresarial y como tal habrá que militalizarla.

Eso es lo que se pretende, según Camilo Duarte, con la militarización de la universidad y con la estrategia de reducir a un mismo problema la venta de droga en la ciudad universitaria, las ventas informales, los atracos, etc., con la protesta estudiantil, reduciendo primero esta al tropel. “Pero el tropel es también una manifestación de la protesta. Y empieza a consolidarse cuando la protesta pública abierta es criminalizada, los muchachos tapan sus rostros para no ser identificados y posteriormente criminalizados. Aparecen las papas y las incendiarias, porque la confrontación es desventajosa frente a las armas que utiliza la policía”. 

Según Camilo Duarte, la Universidad aprovechó estos días de cierre para la instalación de cámaras por todas partes, y entre tanto se realizaron varios allanamientos y un esculque indiscriminado de casilleros. “Lo que se espera es lo de siempre- asegura Camilo-, la casería de brujas; ante la falta de testigos nunca se sabe qué es lo que realmente encuentran en los allanamientos, pero después viene una larga historia de judicialización para estudiantes y profesores que han estado al frente de la protesta y la movilización”

El Paramilitarismo en la Universidad:

Una semana después del cierre de la Universidad, la Corporación Jurídica Libertad publicaba un comunicado en el que llamaba la atención acerca de la pretensión de las directivas de la Universidad de mezclar la protesta estudiantil con el problema de las ventas informales y la presencia de una de las plazas de vicio más grandes de la ciudad en el campus universitario. No diferenciar estas situaciones, según la Corporación Jurídica, lleva simplemente a recrudecer la estigmatización y la persecución del movimiento estudiantil.

No escapa a nadie el hecho de que la plaza de vicio en la universidad es manejada, como todas las plazas de la ciudad, por bandas integradas en unas estructuras mafiosas que desde hace varios años están articuladas a estructuras paramilitares. Y al parecer, la voluntad de las autoridades universitarias y las de policía para acabar con estas plazas deja mucho qué desear. “Si el problema es la venta y consumo de alucinógenos- insiste la Corporación Jurídica-, es inexplicable que gran parte de los estudiantes de la Universidad de Antioquia, la mayoría de ellos no consumidores, reconozcan a los expendedores de drogas, que suelen ubicarse en “El Aeropuerto”, pero nadie de la seguridad privada, que incluso permanecen en una portería frente a la zona, ha logrado identificar a alguno”. Por lo demás, el año pasado la policía hizo una redada en el “aeropuerto”, en donde se capturaron 15 consumidores de drogas, pero a ningún vendedor. Por otro lado, indica la Corporación, es claro que la banda que maneja la plaza de vicio no se desarticula con el ingreso del ESMAD, sino con inteligencia, lo cual deja ver que el objetivo de la militarización de la universidad es otro.

Entre otras cosas, el paramilitarismo tiene presencia en la UdeA desde hace unos doce años, con bloque propio inclusive: El Bloque de autodefensas Universidad de Antioquia, sin que se vea una real voluntad para enfrentarlo. Esa presencia se ha evidenciado a través de diferentes actos de violencia que han cometido al interior de la Universidad de Antioquia, hechos que están ya debidamente identificados y denunciados: La muerte del profesor Hernán Henao, el asesinato del dueño de la cafetería de la facultad de Derecho y el de Gustavo Marulanda. Además, están las amenazas en diferentes momentos contra líderes del movimiento estudiantil, de la asociación de profesores y de empleados. 

En Julio pasado, también emitió la Corporación Jurídica un comunicado en el que cuestionaba el silencio de las directivas universitarias frente a las declaraciones que un desmovilizado de los paramilitares, egresado de la Universidad de Antioquia, entregó al Espectador, revelando cómo operaban en la Universidad y sus relaciones al menos con uno de los profesores, Alfonso Monsalve, quien llegó a ocupar altos cargos en la dirección de la universidad y fue incluso candidato a rector en las pasadas elecciones. “Nosotros pensamos que era necesario que la administración de la Universidad se pronunciara frente a esa denuncia y la presunta responsabilidad de un docente que ocupaba cargos directivos importantes. Pero en cambio hubo total silencio”.

Ausencia de democracia y precarización de la docencia:

Uno de los estamentos más dinámicos en esta última coyuntura ha sido la asociación de profesores de la universidad de Antioquia. Esta no solo apoya a los estudiantes en su derecho a la protesta y ve en este cierre un atropello a dicho derecho, sino que entiende la falta de democracia como uno de los problemas estructurales que atraviesa la universidad hoy. Precisamente hace unos dos mese desarrollaron los profesores un cese general de actividades y una asamblea permanente de 72 días exigiendo el derecho a la participación.

El detonante para esta protesta fue la ratificación en el cargo del decano de la Facultad de odontología, profesor Carlos Mario Uribe. “Este personaje- explica la profesora Sara Fernández, vicepresidenta de la Asociación de profesores- llevaba dos periodos como decano. Contra él hubo el año pasado 23 quejas de acoso laboral y abuso de poder. Había mucha inconformidad entre estudiantes y profesores por la cancelación de horas de cátedras directas, cierres de laboratorio, confiscación de equipos, un montón de medidas arbitrarias que los estudiantes y profesores resintieron”.

Producto de eso, en la consulta a los diferentes estamentos universitarios que se hizo este año para la elección de decano, Carlos Mario Uribe ocupó el quinto lugar. Pero inexplicablemente el Consejo Superior Universitario lo ratificó en su cargo por tercera ocasión. Al final, por la presión de las protestas este decano renunció. Los profesores lograron que se convocara nuevamente a elecciones y se realizara la consulta entre los estamentos. Como era de esperarse, en dicha consulta ganó la misma persona que había ganado en la anterior (Clara Eugenia…)

Al final lo que concluyeron los profesores es que lo que pasaba en la facultad de odontología, sin llegar a ese nivel de gravedad, pasaba en todas las facultades. El problema, según la profesora Fernández, es que no hay adecuados espacios de representación de los estamentos universitarios. “En el Consejo Superior el rector tiene voz pero no tiene voto; hay un representante de los decanos que está en el consejo académico ante el superior; está el sector productivo representado, un representante del presidente; está la secretaría de educación, y el representante profesoral. Debería haber un representante de los estudiantes, pero el último, Gustavo Marulanda, fue asesinado. Así las cosas, el Consejo Superior está integrado en su mayoría por gente externa a la universidad. Y fueron los intereses externos a la universidad los que presionaron por sostener en la decanatura de Odontología a este personaje tan cuestionado, y los mismos que han presionado por el cierre y la militarización de la Universidad”.

El otro asunto tiene que ver con la precarización de la docencia. “Nosotros tuvimos apenas el 2% de incremento salarial este año- comenta la profesora Fernández-; pero los profesores de la de Antioquia hemos perdido más de la mitad del poder adquisitivo de nuestros salarios. Tenemos, además, una planta física con capacidad para unas 15 mil personas, pero diariamente está habitada por unas 35 mil. A finales de los 90 teníamos 15 mil estudiantes y ahora tenemos 37 mil; pero entre profesores ocasionales, de tiempo completo y medio tiempo vinculados no sumamos 1800 personas para atender 37 mil estudiantes. De ahí, entonces, la contratación de profesores de cátedra, tercerizada y con altos niveles de vulnerabilidad; son casi cinco mil, el 70% del personal docente. Estamos entonces ante una precarización tenaz, sobre todo porque hay un desfinanciamiento importante”. Según la profesora Fernández, el año pasado la universidad de Antioquia traía un déficit de 24 mil millones de pesos; a eso hay que agregarle la obligación presupuestaria de la gobernación, que a la fecha solo ha pagado minucias para evitar ser sancionada por incumplir lo que le toca, pero adeuda a la Universidad más de 17 mil millones de pesos. 

Todo esto genera una incertidumbre sobre el futuro próximo del Alma Máter. Con la reapertura no necesariamente viene la normalización: “Cómo vamos a seguir normales si no estamos normales- dice la profesora Fernández-. Tenemos encima tanquetas, policías, filtros, restricción al acceso a la gente incluso… Cómo ejercer democracia, cómo hacer participación, cómo hacer debate libre y plural con medidas represivas contundentes”.

Periódico Periferia Prensa Alternativa ( Edición 56 - Octubre 2010)
http://www.periferiaprensa.org

Después de 5 años, descubren que policía involucrado en homicidio de estudiante, presento cedula falsa

El grupo de abogados defensores de los intereses de la familia del estudiante asesinado Johnny Silva, descubrieron, luego de 5 años, que uno de los tres policías involucrados en la muerte del joven, presento una cedula falsa que no corresponde con la verdadera identidad del uniformado. El padre de la víctima, Wilman Silva califico como Descarado y grosero que después de tanto tiempo ''ni la fiscalia, ni la procuraduria, ni los abogados se hallan fijado en que el uniformado ingreso al proceso una cedula falsa''. Los abogados confirmaron que PEDRO ANTONIO CUADROS, el uniformado que habría accionado el disparo sobre la humanidad del joven, de acuerdo a la información de la comisión de la verdad del caso, presento una cedula falsa de No. 7.186.127 de la ciudad de Tunja, que no corresponde a la verdadera identidad del portante que en realidad es EDGAR ANDRES BARON SAENZ. Jorge Molano, defensor del caso, dijo que el delito tipificado en este caso es FALSEDAD EN DOCUMENTO y tendría varios propósitos: Moverse fuera del país sin inconveniente; debido a su alto grado de responsabilidad, esquivaría una medida de aseguramiento y lograr escalar posiciones dentro de su institución al no figurarle antecedentes disciplinarios.

COMPAÑERO JHONNY SILVA ARANGUREN ¡IMPOSIBLE PERDONAR! ¡NECESARIO VENGAR!

Ya son 5 años de impunidad ante el asesinato de nuestro Compañero de Química Pura Jhonny Silva dentro de la Universidad del Valle, donde fue ultimado a tiros por las fuerzas represivas y asesinas de este podrido Estado.

Nuestra ira y repugnancia hacia lo sucedido el 22 de Septiembre de 2005 a las 6:30 pm, en medio de la oscuridad causada por la complicidad de los entes de la administración central, que en un acto fríamente calculado apago las luces del campus para permitir la entrada cautelosa de los asesinos del ESMAD.

Es claro e innegable que el asesinato de Jhonny fue un acto perpetrado por las fuerzas represivas del Estado (ESMAD) con la clara complicidad de La administración central (IVAN RAMOS).

Dejamos en claro que los estudiantes de la Universidad del Valle no guardaremos silencio ante lo sucedido, y nos manifestaremos con todo el Odio y la directa intención de Castigo contra los perpetradores de este hecho.

Hoy con Furia y Violencia, haremos memoria a nuestro compañero y dejaremos en claro que si llega haber justicia en este caso no será por las manos del mismo Estado que lo asesino, sino por las manos de los estudiantes hijos del pueblo, sedientos de Venganza y Justicia.

¡COMPAÑERO JHONNY SILVA!
¡PRESENTE!

¡POR NUESTRO MUERTOS NI UN MINUTO DE SILENCIO,
TODA UNA VIDA DE LUCHA Y COMBATE!

¡LA SANGRE DERRAMADA, JAMÁS SERÁ OLVIDADA!

LA LUCHA CONTINUA!!!

La temporada de silencio ha terminado, nuevamente nos encontramos aquí desde esta pantalla clandestina queriendo compartir la verdadera cara de los sucesos de nuestro país; no somos un noticiero, no somos un periódico, no somos ningún medio burgués; somos estudiantes críticos y conscientes que vemos la necesidad de difundir la noticia más allá de lo que muestra la “caja inútil” y que a través de este medio pretendemos darla a conocer e interactuar con ustedes.

Por estos días vemos como este Estado de miseria, hambre y represión ataca al pueblo; esta vez se enfocó en los estudiantes, más exactamente en la Universidad de Antioquia , aplicando su acostumbrado método de manipulación y terror donde los estudiantes valientemente han contestado enérgicamente, con su voz y puño en alto, saboteando ese proceso que pretende tener a la comunidad universitaria sumisa y dominada como una marioneta, violando su derecho a la intimidad y a la libertad de expresión; nos muestra una cara amable y benefactora haciendo creer que hacen un favor, y creen que los estudiantes no pensamos… que ingenuidad la del gobierno.

Desde Univalle nos solidarizamos y brindamos nuestro apoyamos a la justa lucha que están llevando estos compañeros.

"La libertad es como la mañana. Hay quienes esperan dormidos a que llegue, pero hay quienes desvelan y caminan la noche para alcanzarla". Subcomandante Marcos.

Fuerza compañeros al final VENCEREMOS!!!

HISTORIA DEL 8 Y 9 DE JUNIO, DIA DEL ESTUDIANTE CAIDO

Los comités de lucha de la ciudad de Cali se suman a través del Comité de Lucha de la Educación a las actividades que se realizarán a lo largo y ancho del país para conmemorar los días del estudiante caído este 8 y 9 de junio. Lo hacemos con el objetivo de contribuir a la recuperación de la memoria histórica de nuestro pueblo, lo cual es necesario si queremos impulsar la participación activa y masiva de las masas trabajadoras en los cambios estructurales que tanto necesitamos.


Los estudiantes y su movimiento han sido en la historia universal artífices e impulsores de grandes transformaciones, su participación decidida y desinteresada les ha permitido ganar el reconocimiento de los demás sectores de la población, ya que han dado muestras de ímpetu y sacrificio cuando han decidido ponerse del lado de las justas causas de las masas trabajadoras.

Creemos que el papel del estudiante del pueblo y de su movimiento debe ir ligado al del resto de los explotados y oprimidos, no podemos abstraerlo ni limitarlo exclusivamente a las luchas que en el terreno de la academia se puedan dar, para ser consecuentemente revolucionarios, los estudiantes deben unirse a las batallas de la clase obrera, del campesinado, de los pueblos indígenas, en fin, de las masas populares que hacen posible la vida en el mundo entero con su trabajo y su sudor.

Toda lucha estudiantil que se aparte de las masas, o lo que es peor, se crea por “encima” de las masas, es una lucha estéril, una lucha que no dará los resultados esperados, ya que es en la dinámica revolucionaria del proletariado y de las masas trabajadoras en general que el movimiento de los estudiantes adquiere fundamento, contenido, experiencia y fuerza para lograr las demandas y aspiraciones que se han propuesto.

Los estudiantes y su movimiento, si quieren de verdad contribuir al avance de las transformaciones que necesitamos como pueblo, deben ponerse a disposición de los intereses de la clase obrera y de las masas trabajadoras en general, deben asumir una posición de clase y definir bajo que objetivos tácticos y estratégicos van a luchar, ya que debemos impedir a toda costa que el movimiento de los estudiantes siga siendo utilizado por la pequeña burguesía para promover sus “reformas” o por la burguesía para diseminar su caduca ideología y su seudo ciencia.

A través de la historia los estudiantes se han venido dando cuenta de esta necesidad, por ello su participación al lado del pueblo ha venido en aumento. Desde aquel inolvidable manifiesto de Córdoba (Argentina) en 1918, las cosas no son las mismas, ya que el llamado general a combatir la reacción, la superstición y vincularse al movimiento obrero decididamente, fue la fuente de inspiración para muchos movimientos en todos los rincones del planeta y que aun hoy sirve de ejemplo a todos los que hemos asumido nuestro rol de estudiantes con un claro contenido de clase.

La concepción de unirse a las luchas del pueblo trabajador fue lo que motivo a los estudiantes colombianos de 1929 incluso a dar sus vidas por las justas demandas y denuncias de las masas, ya que el régimen corrupto y criminal de Abadía Méndez, muy similar al actual, significaba, como han significado todos los regimenes que han dirigido el estado burgués, un azote para los intereses populares. Fue precisamente en este movimiento contra la Hegemonía conservadora que el 8 de junio de 1929 cae asesinado el compañero GONZALO BRAVO PÉREZ por las balas oficiales, por los mismos que un año antes habían asesinado miles de obreros bananeros en lo que conocemos en la historia como la masacre de las bananeras, por la bota militar que tal como hoy, apunta sus cañones contra todos los que nos oponemos a la miseria y a la explotación del hombre por el hombre y queremos construir una sociedad más elevada y radicalmente distinta.

Este hecho enlutó al pueblo colombiano, el cual siguió adelante con sus luchas a pesar de la represión, pero más allá del luto y la rabia que las masas populares sintieron, sacaron de estos trágicos sucesos experiencias que confirmaron y confirman una vez más que el estado actual es un estado que defiende única y exclusivamente los intereses de los dueños de los medios de producción, de las tierras, bancos, fabricas, de los parásitos que se lucran con el trabajo de los millones de proletarios y campesinos colombianos.

25 años después del asesinato del compañero Bravo Pérez, el 8 de junio de 1954, a un año del inicio del régimen dictatorial del general Rojas Pinilla, puesto por la burguesía colombiana para defender sus privilegios, los estudiantes en su tradicional peregrinación a la tumba del compañero caído, fueron de nuevo atacados por las tropas estatales, resultando muerto el compañero URIEL GUTIÉRREZ, lo que llevó a que el movimiento programara para el día siguiente, 9 de junio de 1954, una nueva manifestación en repudio al nuevo asesinato. El 9 de junio, los estudiantes fueron nuevamente atacados por las tropas del tristemente celebre “batallón Colombia”, (recién llegado de corea a donde fue enviado por el estado servil colombiano a apoyar a los gringos en contra del pueblo revolucionario de este país), resultando muertos 11 compañeros más, entre ellos Álvaro Gutiérrez, Elmo Gómez Lucich (peruano), Hernando Morales, Rafael Chávez Matallana, Jaime Moure Ramírez, Hernando Ospina López, Hugo León Vásquez y Jaime Pacheco.

Debido a estos hechos, es que el movimiento obrero, estudiantil y popular declaró el 8 y 9 de junio como el DÍA DEL ESTUDIANTE CAÍDO, en conmemoración no solo de los mártires que con su sangre regaron la lucha estudiantil y popular, sino como testimonio claro que a pesar de los duras que sean las condiciones, las luchas justas siempre han salido adelante.

Este recuento histórico de nuestras fechas busca recuperar el real carácter del 8 y 9 de junio, ya que la burguesía lo ha convertido en un día sin contenido, en un día “deportivo” o “cultural” que para nada narra lo realmente acaecido.

Los comités de lucha en su misión de organizar las fuerzas de manera independiente y revolucionaria, acoge los días del estudiante caído como días para la lucha, como días para recordar la gran iniciativa y chispa estudiantil, pero al mismo tiempo hace un llamado a los estudiantes para que ensanchen sus miras, para que se den cuenta que necesitamos unirnos a las masas populares si queremos que nuestras luchas tengan mayor peso y sentido.

Precisamente hoy que el régimen narcotraficante y paramilitar de Uribe viene descargando todo el peso criminal del estado burgués contra los estudiantes, trabajadores, campesinos e indígenas, debemos unir nuestras luchas, debemos encausar en un solo torrente todo el descontento popular y nutrir las fuerzas hasta hacer de nuestra energía un solo puño que debemos dejar descargar sin miramientos contra todo el régimen de Uribe y contra todo el estado burgués que lo sustenta.

Debemos avanzar en la organización popular independiente, para la lucha, no para la conciliación, no para concertar, no para entregar nuestras aspiraciones a ningún candidato politiquero de turno sea cual sea su partido político.

Debemos en nuestra ciudad unir las fuerzas y concretar una sola plataforma de lucha de Cali, en la cual se encuentren nuestras aspiraciones inmediatas, las cuales las conquistemos con la fuerza de la huelga política de masas, por ello nos debemos encaminar a mediano plazo a la celebración de una asamblea obrera y popular en la cual adoptemos la plataforma y le demos rienda suelta a la iniciativa popular.

Los estudiantes tienen mucho que aportar, no solo en sus días conmemorativos, sino también en todos los procesos que se están gastando y que de seguro, nos llevaran a más contundentes y fuertes victorias contra el yugo del capital.


¡VIVA EL 8 Y 9 DE JUNIO: DÍAS DEL ESTUDIANTE CAÍDO!
¡VIVA EL ESTUDIANTE REVOLUCIONARIO!
¡ESTUDIANDO CONOCEMOS, CONOCIENDO COMBATIMOS, COMBATIENDO UNIDOS, VENCEREMOS!
CONTRA EL RÉGIMEN DE URIBE Y POR LA REVOLUCIÓN SOCIALISTA: PREPARAR LA HUELGA POLÍTICA DE MASAS!
¡VIVAN LOS COMITÉS DE LUCHA!

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