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Por Nelson Lombana Silva

El Encuentro nacional e internacional por el acuerdo humanitario y la paz en Colombia, realizado en la Sultana del Valle, Cali, los días 13, 14 y 15 de noviembre, es el evento más importante cumplido en Colombia en los últimos años relacionados con la paz, el acuerdo humanitario y la salida política a conflicto social y armado que lleva más de 50 años, por obra y gracia de la aguda contradicción entre ricos muy ricos y pobres muy pobres.

Sin embargo, no hubo medios masivos de comunicación para informar como suelen decir hipócritamente: con objetividad, imparcialidad y neutralidad. No obstante, estuvieron presentes, como perros hambrientos, en busca de un desliz para estigmatizar el magno evento. Pero como no hubo tal, se lo inventaron en sociedad con el departamento administrativo de seguridad, DAS, seguramente con la anuencia directa del inquilino de la oscura casa de Nari.

En acto de suprema provocación infiltraron a tres sabuesos de este desprestigiado cuerpo de seguridad del régimen uribista, para sabotear el pacífico y entusiasta encuentro nacional e internacional y de paso “justificar” seguramente acciones criminales de mucho más calado. No lo pudieron hacer porque la guardia indígena y los organizadores tomaron las medidas pertinentes de seguridad y oportunamente develaron el siniestro plan del régimen. Tampoco se dejaron provocar. Actuaron con sensatez.

Hace rato, creo que desde 1996, al DAS le quitaron las funciones de policía judicial. Su función única es hacer inteligencia y contra inteligencia (¿“Montajes”?). Es decir, no están autorizados para capturar o detener, mucho menos para esposar y ultrajar. Incluso, para detener a una persona debe tener orden judicial y estar acompañado de un policía o del ejército, que son éstos los que legalmente pueden hacerlo.

En segundo lugar, esos tres pobres diablos que se metieron allí, obedecían indudablemente órdenes superiores. ¿De quién? Blanco es, frito se come y gallina lo pone. ¡Adivine!

Ahí sí, salieron a relucir la casta informativa los grandes medios nacionales y regionales. Su objetividad, neutralidad e imparcialidad informativa se puso a prueba, brilló en toda su magnitud. Se dijo con despliegue sensacionalista, exactamente lo contrario de lo que sucedió. Porque según sus cables informativos, los agredidos fueron los detectives y no los casi 5000 participantes del magno encuentro con amplio acompañamiento internacional. Se dijo que la senadora Piedad Córdoba Ruiz, se había solazado con la supuesta paliza a los tiras. Nada de eso es cierto. Estos medios mienten de aquí a Pekín.

En primer lugar, quien realmente ayudó a conjurar el grave hecho de provocación fue el compañero, Carlos A. Lozano Guillén. Se encargó de llamar a la defensoría del pueblo y la personería para entregar los tres intrusos, dos hombres y una mujer, con todas sus pertenencias. Velar por los derechos de éstos en el marco del respeto a los derechos humanos y naturalmente el Derecho Internacional Humanitario, DIH.

Todo lo demás, es infame mentira, burda tergiversación de la verdad a propósito, porque ahí estaban los saca micas de esos supuestos medios de comunicación, pero que en realidad son medios de incomunicación como lo dijera Eduardo Galeano en su momento. Yo diría medios para la guerra, la muerte y la destrucción. ¡Qué pena, qué tragedia para los 44 millones de colombianos, que vivimos además de incomunicados, alienados!

Ibagué, noviembre 17 de 2009