Una vida robada por este sistema asesino. Las directivas de la UIS y el Hospital Universitario de Santander asesinaron a Jaime, de la manera más cívica, legal y despiadada.
El día jueves 1 de noviembre alrededor de las 11:00am ingreso al hospital universitario de Santander el joven Jaime Alberto Acevedo Ramírez, estudiante de Licenciatura en Matemáticas, de 20 años de edad, con una herida en el muslo izquierdo ocasionada por un cuerpo extraño de naturaleza metálica posterior a una explosión durante los hechos ocurridos ese mismo día en la universidad durante los cuales él estaba como muchos otros observando lo que ocurría. Dado el contexto de la herida se sospecha de una arandela, hipótesis que es comprobada en la tarde mediante unas radiografías, estas imágenes radiológicas se pierden “misteriosamente” y el joven no pudo ser valorado por ortopedia ese mismo día. Ir al Sitio
2 Comentarios
no es justo echarle la culpa a los capuchos como lo estan haciendo todos en la uis si bien es cierto no debieron lanzar esa papa cerca de jaime si fuera atendido inmediatamente esto nunca hubiera pasado
Posted on 5 de noviembre de 2007, 16:02:00 GMT-5
¡NO MÁS VIDAS ROBADAS!
¡EL SISTEMA ASESINÓ A JAIME ALBERTO!
Son miles los jóvenes que este sistema asesina día a día, miles de vidas robadas de múltiples maneras, cada una con su respectiva excusa. El sábado 3 de noviembre, de la manera más vil e inhumana, le arrebataron al pueblo otra vida, la de Jaime Alberto Acevedo, estudiante de licenciatura en matemáticas de la Universidad Industrial de Santander. Como era de esperarse, las directivas de la universidad, como fieles representantes de las clases dominantes, corrieron a culpar al movimiento estudiantil de su muerte, para lavar sus manos y las del hospital, llenas de sangre, pero sobre todo para cubrir con un halo negro a todos los estudiantes progresistas o revolucionarios que se atreven a luchar por los derechos del pueblo.
Aunque se empeñen en ocultarlo, la verdad es que a Jaime Alberto lo mató el sistema capitalista, un sistema profundamente injusto, cruel y asesino que le arrebata al pueblo tantas vidas de una manera constante, no sólo mediante la represión sino con la desatención del sistema de salud en un acto tan repetitivo que ya se hizo costumbre hasta ser conocido en la misma prensa como “el paseo de la muerte”. Pero hay mucho más que eso.
Son muchas las razones para afirmar que a Jaime Alberto lo mató el sistema. Las lágrimas que derraman cuando los jóvenes se atacan entre sí por motivos que ellos mismos crean y/o promueven, cuando se suicidan o cuando se entregan al vicio, no son más que hipócritas lágrimas de cocodrilo. La lógica que mueve al sistema capitalista es la de la ganancia al mando. A los jóvenes les inculcan el desprecio hacia los demás, lo hacen en cosas tan simples como cargar las responsabilidades a otros siempre que sea posible, y lo hacen en cosas tan terribles como herir o matar a las personas del mismo pueblo por conseguir el objetivo buscado. Les hacen creer que la gente no importa, menos si hace parte del pueblo y son personas sencillas; les enseñan a basarse en la técnica y las máquinas, pero nunca en la gente. Promueven el individualismo, y desprecian la solidaridad y la movilización consciente de las masas, por eso la atacan y tratan de destruirla. El “primero yo” es el lema que los guía. Así minan ideológicamente a los jóvenes incluso promoviendo una “rebeldía” de manera anárquica.
Este sistema no sólo les hace creer a los jóvenes que la única manera de sobrevivir es si pasan por encima de otros, sino que también arroja a miles de jóvenes a la drogadicción y el alcoholismo, no solo porque los agobia con una vida miserable, y para muchos de ellos la única manera de soportarla es si se “escapan” de la terrible realidad, sino porque los promueve ampliamente, de manera abierta o encubierta. Esta lógica perversa parte del gran negocio que representan la droga y el alcohol, pero también de su infinito deseo de contener el sector más rebelde de la sociedad, de embrutecerlo e impedir que piense, de ligarlo a un vicio que lo lleva a cometer actos terribles contra el mismo pueblo. Y no sólo le roban al pueblo esos jóvenes que tienen mucho que dar, sino que su comportamiento agresivo lo utilizan como excusa para aumentar la represión e implementar su programa fascista.
Todo esto es patente en la UIS. Por una parte, inculcan en las clases y las cátedras el desprecio hacia las masas, a verlas como un estorbo y una carga, no como la fuerza transformadora de la realidad. Por otro lado, los expendedores de droga de “el bosque” son organizados por la policía y trabajan de la mano con los celadores, con el beneplácito de las directivas y el hipócrita programa contra la droga de “Bienestar” Universitario, y no solo arrojan a muchos de nuestros jóvenes a ese asqueroso vicio, sino que un mal creado por ellos lo utilizan como excusa para justificar la instalación de cámaras, para perseguir los jóvenes luchadores, para reprimir y entregar sus nombres a los (para)militares de las “Águilas Negras”.
Adicionalmente infiltran el movimiento estudiantil con tiras y provocadores, para atacar a los mismos estudiantes y hacer ver los jóvenes rebeldes, principalmente a los revolucionarios, como egoístas y perversos: para ensuciar el nombre de todo el movimiento buscan promover entre las organizaciones más débiles ideológicamente la venta droga como fuente de financiamiento, desvían las acciones de protesta hacia simples “tropeles”, a simplemente hacer sonar “papas” y organizar reaccionarias acciones de “sabotaje” (como el daño de los libros de la biblioteca) para hacer ver los grupos políticos como vándalos. Con la infiltración de las organizaciones políticas las clases dominantes buscan resquebrajar la cohesión política entre sus miembros hasta degradarlas al nivel de pandilla. No es nuevo, obedece a los manuales imperialistas de contrainsurgencia, esa fue la táctica empleada con el Partido Pantera Negra en Estados Unidos a finales de años 60 y comienzos de los 70.
En un año en que ha cobrado auge la protesta popular, con las importantes manifestaciones antiimperialis-tas como las del 11 de marzo contra la visita del criminal fascista Bush, y contra las políticas antipopulares de su lacayo Uribe, las fuerzas reaccionarias (legales e ilegales) han aumentado su afán de hacer daño al movi-miento popular. De esto hace parte lo vivido en la UIS el pasado 1º de noviembre.
Jaime Alberto fue herido por una “papa” explosiva, muchas de las que eran lanzadas directamente contra los estudiantes que se encontraban en el campus y no eran lanzados por los estudiantes progresistas y revolucionarios quienes saben muy bien que la lucha no es contra el pueblo. Las directivas de la universidad y los medios de desinformación han buscado hacer creer que la causa de la muerte de Jaime Alberto fue sólo la arandela que se introdujo en su pierna (no comprometiendo órganos vitales y que si es extraído a tiempo no causa la muerte, más aún si el paciente está en un hospital nivel 3, un hospital universitario).
El sistema capitalista-proimperialista no sólo tira por un barranco toda una generación de jóvenes con el estilo de vida que les impone y con la represión violenta de los uniformados o los provocadores infiltrados, sino al tener un sistema de salud deplorable en todos los sentidos, basado en la salud como negocio. Demoraron 36 horas para extraerle la arandela, y gran parte de la demora se debió a que no había quién pagara la cirugía: la aseguradora (la española Mapfre) se negó a pagarla por tratarse de un estudiante herido en disturbios y las directivas se plegaron a la misma “razón”. ¡Gastan millones y millones en cosas innecesarias y una cuenta de un hospital para salvar la vida a un ser humano les duele en el alma! No hicieron nada cuando ingresó Jaime Alberto herido, ni hicieron nada cuando ya se sabía que Jaime Alberto estaba en estado crítico, cuando sabemos que con una simple llamada hubieran cambiado el panorama totalmente. Tal vez utilicen la excusa de la autonomía del hospital para lavarse las manos y digan que el hospital hizo todo lo que estaba en sus manos para salvarlo.
El ingreso de Jaime Alberto al hospital fue como sentarlo en la silla eléctrica. En general, cuando una persona llega enferma a un hospital y no tiene ni seguro ni dinero, vale menos que nada; y peor si se trata de un joven rebelde. Este sistema asesino trata a las personas como objetos que se usan y desusan, que compran y venden, que se tiran cuando no sirven según su sucia lógica, que se degradan cuando sobran en el engranaje de su máquina voraz, que nacen y mueren indistintamente sin importar su historia. Así es como este sistema da todas las razones para levantarse y luchar.
Si bien los culpables de la herida de Jaime Alberto son los provocadores de la policía política, las directivas de la universidad y los responsables del hospital (de cuya junta directiva hacen parte no sólo el rector sino el gobernador [para]militar) tienen sus manos manchadas con la sangre de Jaime Alberto. Sus lágrimas de cocodrilo no convencen sino a los serviles. Sabían muy bien el costo político que implicaba la muerte de un estudiante y no vacilaron en aprovechar la oportunidad que se les presentó. Aún más cuando Jaime Alberto era reconocido como un joven rebelde, que luchaba por los derechos del pueblo. Con su muerte quisieron hacerle, hacernos, pagar por atreverse a desafiar el sistema.
Jaime no era un estudiante cualquiera, era un joven que desde su ingreso a la universidad comenzó a acercarse a las ideas revolucionarias, apoyaba la causa del pueblo no sólo de Colombia y de otras partes del mundo. Y repudiaba al sistema capitalista-imperialista, el sistema que lo asesinó. Un sistema basado en la opresión y explotación de miles de millones de personas por todo el mundo, que condena a la muerte a millones más por no tener dinero para una inyección, que condena a los jóvenes a una vida miserable; un sistema para el que la vida del pueblo cuesta menos que nada y que persigue a las víctimas y no a los victimarios. Tenemos que decir NO MÁS. No más vidas robadas por este sistema, no más vidas de jóvenes echadas por la borda, no más paseos de la muerte, no más fascistas que controlen y decidan nuestra vida, no más opresión y explotación sobre ningún ser humano.
Tenemos que cerrar filas con el pueblo, enfilar baterías, y oponer resistencia con coraje a toda la arremetida de este sistema, que cada día será más fuerte sino no lo paramos. Al pueblo le quedan dos caminos: soportar toda la miseria que el sistema ofrece y mirar con indiferencia lo que a otros les sucede, o tomar la decisión de poner fin a todo este horror de una vez para siempre y combatir con todas sus fuerzas este sistema que con cada paso que da aplasta lo que tanto esfuerzo el pueblo tarda en construir. El camino es sinuoso, pero el futuro es brillante.
Llamamos a todos los estudiantes de colegios, institutos técnicos, SENA y universidades de todo el país a participar junto con el pueblo en general, de las jornadas de protesta por el asesinato de Jaime Alberto y a de-nunciar a los provocadores infiltrados en el movimiento estudiantil y a las directivas de la UIS y del hospital como las directas responsables.
Movimiento Estudiantil Popular y Antiimperialista
Bucaramanga, 6 de noviembre de 2007
pongase en contacto con el MEPA
Posted on 9 de noviembre de 2007, 10:40:00 GMT-5